viernes, 28 de septiembre de 2012

El colapso económico español (4). El ataque de "los mercados"



Desde hace algunos meses, los españoles vivimos pendientes de “los mercados”. Ahí es donde se juega nuestro futuro actualmente. Día tras día, los medios nos informan de un empeoramiento de la economía nacional a causa de la subida de la prima de riesgo, lo cual dificulta el financiamiento del Estado y hace crecer nuestra deuda. Hasta que la situación se hizo insostenible y el Gobierno se vio obligado a pedir el rescate bancario.

En primer lugar, se hace necesario explicar qué son “los mercados”. Se trata, fundamentalmente, de bancos, fondos de inversión –en poder de los bancos-, compañías aseguradoras y personas multimillonarias con capacidad de invertir en Bolsa. Los medios de comunicación los citan así para evitar decir que detrás de ellos hay personas, de carne y hueso, aunque muy poderosas. “La cobertura periodística de la designación de Mario Monti como presidente del Consejo Italiano bien podría constituir, en ese sentido, el ejemplo perfecto de un discurso-pantalla que menciona a “tecnócratas” y “expertos” allí donde se conforma un gobierno de banqueros”, señala Geoffrey Geuens. 

Desde hace varios meses, se nos viene advirtiendo desde los medios de comunicación de que “los mercados” tienen dudas sobre la fiabilidad de nuestra economía y que, por ello, nuestra prima de riesgo sube y dificulta la financiación del Estado y las empresas. La famosa prima de riesgo de la que tanto se habla últimamente no es más que un indicador numérico del que depende el interés que el Estado tiene que pagar para financiarse. Así, por ejemplo, si este tiene 200 puntos, quiere decir que debemos dar un 2% más a quien adquiera un bono de nuestro país respecto al de Alemania, que se toma como referencia. Pero ¿por qué sube tanto nuestra prima de riesgo últimamente? En estos momentos, dicho indicador ronda los 450 puntos. Y hace varios meses rozó los 700, obligando al Estado a tomar préstamos a intereses cercanos al 7%, una cifra inasumible. 

Las tensiones relativas a la prima de riesgo están relacionadas con la actitud de los inversores y del Banco Central Europeo (BCE). Todos los países tienen su banco central, el cual, en momentos de dificultad económica como el que vivimos, suele imprimir dinero y adquirir deuda pública para facilitar la financiación del Estado y disminuir los intereses de los préstamos que este toma. Sin embargo, desde la entrada en vigor del euro, los bancos nacionales perdieron funciones en favor del BCE. Para Vicenç Navarro, esta institución actúa como un simple “lobby” de la banca europea, pues, con la excusa de evitar el aumento de la inflación –los precios-, se niega a realizar compras masivas de deuda pública para ayudar a los países que más sufren el ataque de “los mercados”. “Pero la inflación en la eurozona no es un problema. Antes al contrario, es demasiado baja, dificultando el crecimiento económico, que es el mayor problema de esta comunidad monetaria”, añade. 

Así, la eurozona carece de un banco central que actúe como tal, lo cual, según Navarro, “está diseñado de esta manera para debilitar a los Estados a fin de que tengan que reducir su gasto público y su protección social y facilitar la disminución de los salarios”. En lugar de comprar la deuda pública de los Estados o concederles préstamos en condiciones favorables, el BCE entrega a los bancos privados enormes cantidades de dinero a un escasísimo interés del 0,75% (fue rebajado  a principios de julio, cuando estaba en el 1%) y le dice a los Estados que se financien a través de ellos. De esta manera, los bancos españoles han recibido del BCE más de 900.000 millones de euros en forma de préstamo en lo que va de año. ¿Y qué hacen los bancos con este dinero? Pues, principalmente, volverlo a guardar como depósitos en el propio BCE –donde almacenan cientos de miles de millones de euros- y especular en Bolsa con la deuda pública de algunos países, incrementando los beneficios mientras estos se ven obligados a ofrecer un interés mayor para endeudarse. Pero de prestar, nada de nada. Por este motivo, la economía se encuentra prácticamente paralizada y miles de empresas han tenido que echar el cierre ante la ausencia de financiación para continuar su actividad.
 
“Ellos [los bancos] reciben dinero del BCE a unos intereses bajos (1%) y compran bonos del Estado a unos intereses del 6% o el 7%. Un negocio redondo. Pero, cuando compran mucho y especulan con ello, corren el riesgo de que al final el Estado no les pueda pagar los intereses. La suerte que tienen es que el BCE (su gran lobby) imprime dinero y les ayuda”. Vicenç Navarro.


Los especuladores también cuentan con la ayuda de las agencias de calificación (Moody´s, Standard and Poors y Fitch), unos organismos privados que ponen nota a los productos financieros y sirven como referencia para los inversores. Mientras menor sea la nota, peor calidad se supone que tendrá el producto para venderlo en Bolsa y mayores serán sus intereses. Pero estas agencias tienen vinculación con la banca y emiten juicios de valor tremendamente arbitrarios. Rebajan la calificación de la deuda pública de los países que más problemas sufren para hacer subir las ganancias de los bancos y demás especuladores en los mercados financieros. Eso exactamente es lo que están haciendo con España, cuya calificación han dejado al borde de “bono basura”.


¿Y quiénes son los que compran nuestra deuda pública con intereses cada vez más altos? Actualmente, los bancos españoles tienen en su poder el 40% de los bonos emitidos por el país. O sea, los mismos bancos que han provocado este desastre y cuyas deudas hemos cubierto y avalado, nos extorsionan día tras día especulando con nuestra deuda pública, consiguiendo enormes beneficios a costa de atacar nuestra economía. Según cálculos de Francisco González, presidente del BBVA, la subida de cien puntos en la prima de riesgo supone la pérdida de unos 160.000 empleos y el pago de 12.400 millones de euros anuales en intereses. Y desde que comenzó la crisis, la prima ha subido en unos trescientos puntos…Esta subida es usada por “los mercados” como arma arrojadiza para hacernos llevar a cabo las “reformas” que a ellos les interesan. Las medidas que más reclaman son el recorte de las pensiones, la subida del IVA y la privatización de aquellos organismos públicos que puedan resultar más rentables para el sector privado.

En contra de lo que nos intentan hacer creer, las principales dudas de “los mercados” hacia España no tienen relación con la deuda pública, sino que se deben a que los bancos siguen contabilizando las viviendas en su poder al precio que ellos mismos inflaron durante la burbuja inmobiliaria. Y es que la mayoría de los inversores creen que los problemas de nuestro sector financiero no acabarán con el rescate bancario, pues su agujero económico es mucho mayor al declarado. Mientras, el aparato político y mediático insiste en que los inversores no quieren adquirir nuestra deuda pública ante los temores de que no devolvamos los préstamos. Pero la realidad es otra. Ahora es cuando más interesados están en comprar nuestros bonos, pues la rentabilidad que ofrecen no hace más que subir a causa de la especulación que “los mercados” practican. Cuando comenzaron los recortes en nuestro país, la prima de riesgo apenas superaba los 200 puntos, mientras que ahora ronda los 450 y a finales de julio rondó los 700. Háganse una idea del dinero que el Estado ha perdido por el camino. 

La subida de la prima de riesgo ha hecho crecer los intereses de la deuda nacional en un 80% desde 2007, lo cual complica la financiación de Estado y le obliga a endeudarse más y más para poder pagar los préstamos, en un círculo vicioso que no se detiene. Durante este año tenemos que pagar más de 30.000 millones de euros sólo en intereses. Además, la reforma constitucional cocinada por PP y PSOE el pasado verano establece la preferencia en el pago a los acreedores de la deuda pública, de manera que estos tienen asegurado el cobro mientras la población sufre cada vez más las consecuencias de los recortes en el presupuesto. Si nuestros gobernantes tuvieran en cuenta el bienestar de los ciudadanos, se habrían planteado retrasar el pago de esta enorme deuda para no sacrificar nuestro porvenir. 


Así pues, países como Grecia, Irlanda, Portugal, España o Italia no cuentan con la ayuda del BCE, que se niega a comprar su deuda pública para disminuir el interés de los préstamos que deben tomar. Se encuentran desprotegidos ante el ataque de los especuladores. “En ausencia de tal protección, los mercados financieros (sobre todo los bancos y las compañías de seguros) especulan con la deuda pública, creando la percepción de que los Estados tienen problemas para pagar su deuda, forzándole así a tener intereses altos en sus bonos”, señala Vicenç Navarro. De esta manera, los especuladores están logrando enormes ganancias a costa de hacer subir los intereses de la deuda española. En opinión de Donald Trump, uno de los grandes inversores en Bolsa, este es el “momento de aprovecharse” de la situación de España. "Te están dando las tierras por nada, te lo están dando todo por nada (...)”, señala. 

No hace falta ser un experto en la materia para saber que los especuladores están atacando nuestra economía para aumentar las ganancias. Mientras, el BCE se niega a comprar deuda pública porque así consigue que los Estados se vean muy apurados y accedan a la privatización de su Estado del Bienestar. En contadas ocasiones, la institución ha salido en auxilio de los países más necesitados, pero lo ha hecho, según Vicenç Navarro, poniendo “como condición que los salarios y la protección social disminuyan, acentuando la necesidad de privatizar el Estado del bienestar, tanto sus transferencias públicas como las pensiones, así como los servicios públicos como la sanidad”. “Como consecuencia de esta situación, los estados se tienen que endeudar más y más y deben mucho dinero a los bancos privados”, añade Navarro

El Banco Central Europeo actúa como un auténtico pirómano al servicio de la banca privada, que sin disimulo se ha encargado de poner a su cabeza a unos de sus representantes más conocidos y preeminentes, precisamente porque lo que está ocurriendo no es un accidente sino una estrategia bien urdida para consolidar el poder de los grandes grupos financieros y ocultar a la ciudadanía su responsabilidad criminal en el estallido de la crisis y en las consecuencias que trae consigo. Juan Torres

En repetidas ocasiones, los gobiernos socialista y popular han pedido ayuda al organismo, el cual se niega a aliviar nuestra situación y se justifica afirmando que “el BCE no está para resolver los problemas financieros de los Estados”, en palabras de su director, Mario Draghi. El pasado 6 de septiembre, tras la visita de Angela Merkel a España –qué casualidad-, el BCE exigió a España e Italia que pidan el rescate parcial o completo de su economía como condición para la compra de su deuda pública. Este plan llevaría aparejada una “condicionalidad estricta” y, en caso contrario, la institución dejaría de comprar deuda pública e, incluso, comenzaría a venderla en los mercados. 

A finales de julio, la prima de riesgo española descendió unos cincuenta puntos de golpe tras unas declaraciones de Draghi en las que aseguró que “el BCE hará lo necesario para sostener el euro”. “Y créanme, eso será suficiente”, añadió. Según sus palabras, la institución concedería préstamos al fondo europeo de rescate para que compre deuda pública de los países que más problemas tienen. Esta medida aún no ha sido aprobada y se desconoce cuándo lo será, si es que esto ocurre. En todo caso, se trataría solamente de un nuevo parche que aliviaría la situación sólo a corto plazo, ya que Alemania se opone a la solución definitiva del problema por parte del BCE. Además, en la última cumbre europea volvió a quedar claro que una posible intervención del BCE, a la que se opone Alemania, llevaría aparejada una “condicionalidad estricta” en la política económica de los países beneficiados, es decir, que estará supeditada a la aplicación de las reformas demandadas por Europa.

Las declaraciones de Mario Draghi bastaron para mejorar sensiblemente la situación de la deuda española. Pero el alivio sólo duró unos días. Los que tardaron los especuladores en volver a atacar nuestra deuda para incrementar los intereses. La prima de riesgo, que había bajado de los 500 puntos, volvió a rondar los 600. Sin embargo, las palabras de Draghi demostraron hasta qué punto está en sus manos ayudar a los países en problemas. “Si el Banco Central Europeo, como a nadie le cabe ya la menor duda y como acaba de ser de nuevo demostrado, puede evitar tan fácilmente el sobrecoste artificial que los mercados imponen a nuestra deuda, lo que tendríamos que preguntarnos es la razón del retraso en la acción salvadora, las causas de una omisión tan flagrante del deber de protección y auxilio económico que las instituciones tienen respecto a las economías y a los pueblos que las han creado”, señala Vicenç Navarro.  

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