domingo, 6 de mayo de 2012

Los comicios franceses marcarán el futuro europeo


Artículo publicado en el blog Estranged Days

Este domingo 6 de mayo se celebra en Francia la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que François Hollande y Nicolas Sarkozy se disputan el triunfo. Pero en los comicios galos no sólo está en juego el futuro de los franceses, sino que de ellos también dependerá el porvenir de muchos millones de ciudadanos europeos. Y es que el resultado de estos sufragios marcará, en gran medida, el rumbo de una Unión Europea en horas bajas.

Carteles de Hollande y Sarcozy durante la campaña electoral

Tras varios años de brutal ajuste neoliberal, la UE marcha hacia el abismo. En algunos países –como Grecia, Portugal y España- se está produciendo un importante descenso de la actividad industrial y la renta, provocados por varios años de un ajuste suicida obligado desde Bruselas. La directriz es clara: utilizar la excusa de la crisis para reducir, o eliminar, el Estado del Bienestar. Así, las políticas de ajuste impuestas por la Comisión Europea y el BCE han sumido al continente en una espiral destructiva que amenaza con cambiar (a peor) el orden de las cosas establecido hasta ahora.

Las medidas de austeridad están reduciendo la capacidad adquisitiva de las clases populares, afectando al consumo y paralizando la economía. Además, la enorme subida del desempleo –en España, un auténtico drama- acerca a muchas familias al umbral de la pobreza. Pero parece que a las instituciones europeas no les importa esto en absoluto, sino que parecen más decididas a sanear las pérdidas de la banca a costa de empobrecer a los ciudadanos de a pie. Aunque es evidente que la austeridad asfixia la economía, el enorme poder de Alemania en la UE y la complicidad de Francia impiden un cambio de rumbo. Han surgido voces cuestionando la austeridad y proponiendo un giro hacia las políticas de crecimiento, pero Merkel y Sarkozy las han desechado en favor de los ajustes neoliberales.

Debido a que Francia es uno de los pesos pesados del continente, el triunfo de Hollande en los comicios supondría un contrapeso al poder alemán y la apertura de un debate serio sobre la conveniencia de continuar la senda de la austeridad o iniciar la del crecimiento. Mientras, la victoria de Sarkozy significaría el respaldo definitivo a las políticas de ajuste en Europa, las cuales están conduciendo al precipicio a varios países. Ambos contendientes proponen modelos antagónicos para Francia y la UE. El favorito es Hollande, que ha cautivado a la mayoría de los votantes con sus proclamas a favor de un cambio político en Europa. “Si soy elegido, habrá un cambio de orientación de la construcción europea. Y se acabarán la austeridad y el libre comercio”, afirmó durante la campaña electoral.

El candidato socialista aboga por una Europa más social y la reducción del poder del sector financiero, el causante de la crisis, para aliviar un poco la carga que se cierne sobre las clases populares, además de elevar los impuestos a las rentas altas. También se muestra partidario de los eurobonos, una medida que permitiría reducir las turbulencias financieras en el continente y facilitar la financiación de los países más necesitados. La llegada de Hollande a la presidencia gala abriría un halo de esperanza para un cambio en la política económica de la UE, favoreciendo la puesta en marcha de medidas como el incremento del gasto público y el fin de los recortes, el gravamen a las transacciones financieras o la financiación directa desde el BCE a los Estados (y no a través de los bancos, como se hace actualmente).

Mientras, la victoria de Sarkozy, que se encuentra por debajo en los sondeos, supondría un gran alivio para Merkel, la precursora de este suicidio neoliberal, que no quiere ni oír hablar de otra cosa que no sea austeridad. El actual presidente en funciones, tirando de demagogia, ha intentado desacreditar las propuestas de su contrincante, tildándolas de irreales e imposibles de llevar a cabo. Para ello, ha nombrado en numerosas ocasiones al ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien responsabiliza del desastre español. Se muestra contrario a los eurobonos, porque, en su opinión, supondría que Francia y Alemania pagaran las deudas del resto de países.

Además, el actual presidente ha defendido los beneficios fiscales que su gobierno otorgó a los ricos, y critica la reforma fiscal que propone Hollande afirmando que este pretende que en el país haya "menos ricos y más pobres". “Usted defiende a los más privilegiados, y yo defiendo a los niños de la República”, le replicó el candidato socialista en el debate televisado del pasado 3 de mayo. Sabedor de su desventaja, Sarkozy ha cortejado a los votantes del Frente Nacional de Le Pen, la extrema derecha, para lo cual ha profundizado su ataque a la inmigración, con unos tintes claramente islamófobos, en un país con unos cuatro millones de musulmanes. Sarkozy habla de reducir a la mitad la inmigración legal en cinco años y de someter a “un examen de francés a toda persona que quiera venir a Francia”, mientras que Hollande ha defendido el derecho a voto de los inmigrantes no europeos en las elecciones municipales.

Así pues, en manos de los franceses está, en cierta medida, el rumbo de la Unión Europea y el futuro de los países que más están sufriendo la crisis. Las opciones son completamente antagónicas, y sólo la victoria de Hollande supondría la esperanza de un cambio de dirección en la política comunitaria.